–Por fin pasó la tormenta –dijo Fitz-Roy, aliviado–. Igual que en mi primer viaje a estas tierras, el clima nunca nos acompaña. Dejaremos a los fueguinos aquí, en Woollya, la tierra de Jemmy, para que puedan civilizar a sus familias. –Espero que su experimento resulte. Desgraciadamente, no comparto su entusiasmo. Los encuentro muy salvajes y no creo que puedan evangelizar a su gente –agregó Darwin, dubitativo.